El Palacio de Nymphenburg y sus jardines son uno de los esenciales que ver en Múnich, y algo que no te puedes perder.
De estilo barroco, con su simetría y elegancia, devuelve al visitante al siglo XVIII, y uno se imagina a damas y caballeros con vestidos de época recorriendo sus salas y pasillos.
Fue, en su tiempo, la residencia de verano de la dinastía Wittelsbach, gobernantes de Baviera, y aún hoy día el duque Francisco de Baviera sigue residiendo en un ala del edificio, mientras parte del resto está abierto al público.
Está rodeado de unos extensos jardines en donde hay esparcidos pequeños pabellones que vale la pena ver.
Te contaremos acto seguido lo que te depara el Palacio de Nymphenburg, en Múnich.
En el interior del Palacio de Nymphenburg
Al empezar tu visita, un gran canal de 1’5 km da la bienvenida a las puertas del Palacio de Nymphenburg de Múnich, desde donde se tiene una primera panorámica de los cuerpos centrales.
Ahí ya se percibe el equilibrio armónico y la elegancia que será una constante en el resto del recorrido.
Palacio Real
El Palacio de Nymphenburg, cuya construcción fue ordenada por Fernando María y Enriqueta Adelaida de Saboya, fue ampliándose sucesivamente desde un único pabellón hasta el gigantesco complejo que es hoy día.
En su interior contemplarás una veintena de habitaciones, salones y pasillos.
Aunque muchos son impresionantes, destacaríamos el dormitorio de la reina, que conserva el mobiliario original. Entre ellos la cama donde nació Luís II.
El Gran Salón es de una belleza deslumbrante y sobrecogedora, con frescos de François Cuvilliés y Johann Baptist Zimmermman.
Atrae también la atención la Galería de las Bellezas, una suerte de salón voyerista donde se exhiben cuadros de mujeres de la época, de renombrada belleza.
En el extremo norte, la Capilla, destinado a la oración de los privilegiados nobles.
Marstallmuseum
Sin duda, uno de los mayores atractivos para visitar el Palacio de Nymphenburg en Múnich es el Marstallmuseum, donde se exponen carruajes reales, trineos (reales también), equipaciones hípicas y otros objetos del estilo, orientados todos a que los venerables nobles no se ensuciaran los pies.
La mayoría de los elementos son de una decoración excesiva, y de una ostentación obscena, pero resulta curioso, e incluso divertido, ver lo que entonces se percibía como bello.
Museo de la porcelana
En la planta superior del Marstallmuseum, está la mayor colección de porcelana de la prestigiosa firma alemana apodada Fábrica de porcelana de Nymphenburg.
Parte de la gracia de todo ello está en que, en esa época, China era visto como algo de un exotismo extraordinario, y solo allí se tenía el conocimiento necesario para fabricar el delicado material que era la porcelana.
Los bávaros invirtieron mucho dinero para descubrir el secreto de su fabricación, y cuando finalmente lo lograron, las élites económicas se volcaron en comprar figuritas y piezas decorativas que denotaban poder adquisitivo.
Todo tipo de piezas son expuestas y las podrás ver durante tu visita al Palacio de Nymphenburg: algunas son delicadas, otras divertidas, y otras son pequeñas obras de arte donde el ingenio y el talento se mezclan.
En los Jardines de Nymphenburg
Pasear por los Jardines de Nymphenburg es algo que debes hacer durante tu visita a Múnich.
Los jardines son gratuitos, y los pabellones que detallaremos seguidamente pueden verse desde fuera sin pagar. Si bien, verlos desde el interior y disfrutar de sus exposiciones, sí requerirá costearse una entrada.
Amalienburg
Amalienburg se concibió como un pequeño palacio independiente para uso y disfrute de Maria Amalia, hija del emperador José I, y como pabellón de caza.
Su interior es una de las mayores creaciones del rococó europeo, con una excelsa Sala de los Espejos, a cuyo alrededor se disponen el resto de dependencias. En los espejos de esta sala central, se refleja la naturaleza del exterior, y se intercalan espejos y ventanas dando la sensación de estar en un espacio semiabierto
Otras habitaciones, como la Habitación del Faisán o el Gabinete Indio, tienen un toque exótico.
La decoración a menudo mezcla la caza con elementos de inspiración india o china, como jarrones floreados, o paredes adornadas con lino pintado al estilo oriental.
El Gabinete Azul era la sala especialmente diseñada para la caza, con armarios para guardar armas de caza, y bajo los cuales están las perreras donde se guardaban a los perros de caza.
Badenburg
Otro de los pabellones que puedes ver en los Jardines de Nymphenburg es Badenburg. Su función era servir como baño del elector, su familia e invitados, al estilo de las termas romanas más lujosas destinadas a los emperadores.
Dispone de una sala de banquetes y pequeñas habitaciones para el descanso de los limpios y satisfechos señores.
Pagodenburg
Pagodenburg era una suerte de casa de té y sitio de descanso para quienes practicaban mailspiel, un deporte similar al golf, cuyo campo estaba al sur del pabellón.
Abunda la decoración con motivos chinos, muy en boga en aquellos años, y siempre conjugando los colores bávaros: plata y azul.
Lo más original es la forma de su planta, formando tres cuñas unidas en su parte central.
Magdalenenklause
Magdalenenklause es uno de los espacios más singulares y originales que puedes ver en los Jardines de Nymphenburg.
Concebido como la vivienda de un ermitaño, fue diseñado y construido queriendo imitar, desde el exterior, un estado ruinoso, convirtiéndose en algo así como el precursor de lo vintage.
Todo cambia en el interior que, no lo olvidemos, estaba diseñado para el uso y disfrute de la realeza.
Una vez dentro, y si bien se deduce algo del carácter austero, se conjuga a la vez con el uso de materiales caros y delicados: una capilla con candelabros hechos de colmillo de narval, crucifijos bizantinos, y otros objetos genuinos.
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